15 de noviembre de 2007

(sin título aun) I PARTE


Caminando a paso lento, barría las hojas del suelo con sus pies. Al doblar en una esquina para dirigirse al metro, miró su rostro que se reflejaba en el cristal de una vitrina. La imagen fúnebre de un hombre corroído por el trabajo y el desaliento, no le dejó más opción que voltear la cara, acongojado, frente a tal desdichado retrato. Aquel crítico momento de íntima misericordia se vio interrumpido al percibir unas suaves gotas de lluvia que mojaban su rostro. Cruzó la calle hasta un parque. Se sentó en un banco y se dedicó a observar como el agua lo inundaba por todas partes. Sentía como las gotas caían velozmente sobre su cara y refrescaban sus ojos. No tenía frío, ni le incomodaba la ropa empapada que se adhería a su cuerpo. Casi sin darse cuenta cayó dormido. La lluvia no cesaba y las horas rápidamente pasaban.
De pronto sintió un rayo de sol en la cara. La lluvia aun caía rápida pero liviana. Sus ojos se abrieron poco a poco. Se sentía confundido, no lograba pensar claramente y un calor extraño invadía su cuerpo. No tenía fuerzas para levantarse, tampoco ganas. Su mente se perdía entre la gente que pasaba y las hojas mojadas que lentamente caían de los árboles. Las nubes se apartaron en pocos segundos y el sol tímidamente comenzó a alumbrar los tejados de las casas que rodeaban el parque. Aun sentía cierto calor en su cuerpo y se levantó desconcertado frente a la inusual situación que lo acontecía. Al levantarse, boquiabierto, vio como su sombra se apartaba rápidamente de él. ¡No era posible concebir desgracia de tal magnitud!, tal vez se encontraba afiebrado.
Mientras intentaba dar alguna explicación lógica a aquel perturbador suceso, su sombra comenzaba a caminar por la avenida y a perderse entre la gente. Al incorporarse, se fue tras ella, decidido a seguir su camino hasta encontrarla. No la dejaría escapar fácilmente.
Al seguir su rastro calle abajo, logró divisarla a lo lejos mezclándose con la sombra de un hombre grande y robusto. Éste iba a paso acelerado, lo que dificultaba la búsqueda. De todas formas la siguió y al doblar por una esquina la perdió de vista. El hombre robusto entró en una oficina en compañía de su sombra y ambos desparecieron tras la puerta. ¿Cómo podría recuperarla ahora? Lo creerían loco si dijera en la oficina que estaba en busca de su sombra, eso no era excusa válida más que para un demente. Pensó durante unos instantes alguna solución factible y simplemente decidió esperar hasta que salieran nuevamente. Esperó a lo menos dos horas y en una pequeña distracción, que lo mantuvo con los ojos fijos en una distinguida y hermosa mujer, la puerta se abrió y su sombra salió apresurada, nuevamente mezclándose entre la gente. Tanta espera para que su desdichada sombra otra vez escapara. Corrió tras de ella, pero a cada minuto que lograba estar realmente cerca, ésta huía por algún pequeño rincón.

Estaba agotado, paró en un pequeño restaurante y se sentó en una mesita. Confundió a miles de sombras con la suya, ninguna era. Cuando se encontraba a punto de dar por perdida la batalla, alzó levemente los ojos y presenció la silueta de su desfachatada sombra, parada frente a él. Temiendo que ésta huyera por segunda vez, dio un salto y se abalanzó sobre ella, intentado retenerla. Sin mucho éxito cayó al suelo, provocando comentarios y murmullos entre la gente que lo rodeaba. Su sombra permanecía mirándolo con un gesto burlón, sin pronunciar palabra alguna. Lleno de ira se puso de pie violentamente e intentó cogerla del brazo. Como es de suponer, aquel intento también resultó inútil, por lo que, desconsolado frente a la impotencia de no conseguir resultados ante sus reiterados intentos, se largó a llorar. La gente no dejaba de mirarlo, atónitos ante la aparente demencia del pobre hombre. Éste, humildemente, volvió a sentarse en la silla para continuar con su penoso llanto.......

2 comentarios:

Unknown dijo...

trígido. el hombre ese puede hacer su vida tal y como la hacía antes, pero seguramente será mas miserable. Perdió

Mirko dijo...

el longi sombrío de la guadaña camina tras nuestro hombro izquierdo todo el tiempo, hay q aprender a vivir con "la muerte como compañera" si la "buscamos", mirando sin VER, se reirá de nosotros.
Me gustó mucho tu blog.:D

Mirko